Empleo informal y sus repercusiones en la movilidad social intergeneracional
Raúl Cepeda Suárez
Participante en la XII Escuela de Verano sobre Movilidad Social
En 2020 hubo aproximadamente 1,760,000 mexicanos de entre 16 y 24 años que no entraron al ciclo escolar 2020-2021 porque empezaron a buscar un trabajo. Estos jóvenes se encontraron frente a una disyuntiva que —aunque no lo supieran— definiría una gran parte de su carrera laboral: empezar en un empleo formal o en uno informal. Sin embargo, hay un error al plantear este dilema, estos trabajadores no tienen un gran poder de negociación en el mercado laboral debido a su educación y las condiciones económicas en las que nacieron.
Por lo anterior, al empezar el primer empleo, un gran número de mexicanos en situación de pobreza, que estuvieron obligados a dejar la escuela, empiezan en la informalidad, lo cual reduce las probabilidades de ser empleados formales en el presente en un 37.1 %, según datos de la ESRU-EMOVI 2017. Ante esta problemática, el gobierno tendría que preguntarse ¿cómo afecta el empleo informal a la movilidad social? La respuesta es clara: la informalidad obstaculiza la movilidad social intergeneracional.
Cabe mencionar que existe un acuerdo en las problemáticas que generan la informalidad en México y sus efectos en la movilidad social. Centros de Estudios como el CEEY concuerdan que factores como el acceso a la salud, la inclusión financiera y laboral de la mujer son importantes para la movilidad social intergeneracional, por ello es fundamental examinar los efectos que tiene la informalidad en estos. En primer lugar, uno de los problemas más graves del empleo informal es la falta de acceso a servicios de salud, la cual impacta directamente en la pobreza y en la movilidad social. Tan solo en 2020 hubo 35.7 millones de mexicanos sin acceso a los servicios de salud: la desaparición del Seguro Popular dejó a la población con empleo informal vulnerable en este rubro. Concretamente, en 2020 sólo el 26.9 % de la población estaba afiliada al INSABI, mientras que el extinto Seguro Popular cubría en 2018 el 42.1 %. El impacto en la movilidad social intergeneracional es clave: sin pandemia, quien naciera en 2021, tendría una expectativa de vida de casi dos años y medio más que sus padres (si hubieran nacido en 1995); sin embargo, debido a la pandemia y su manejo, ahora ese avance en movilidad intergeneracional se redujo un 38 %.
En segundo lugar, el empleo informal excluye a las mujeres del mercado laboral y dificulta su inclusión financiera. En México, mientras el padre, o quien asume la paternidad, trabaja en la informalidad, la madre está forzada a quedarse a cuidar a sus hijos debido a que esos empleos no proveen ningún tipo de guarderías. Además, en la informalidad, las mujeres carecen de protección legal en casos de abuso laboral por embarazo o por brechas de género: sus derechos laborales son nulos. Por último, aunque en México la informalidad y las brechas de género excluyen a las mujeres del sector financiero y laboral (la tasa de participación económica de las mujeres es un 31.8 % menor que la de los hombres), ellas son las que más aportan para la movilidad social: invierten más en salud y educación para sus hijos de lo que hace su contraparte masculina.
En conclusión, la informalidad no solo genera empleos poco dignos, sino que vulnera factores, como lo son los servicios de salud, prestaciones e inclusión financiera, que son necesarios para que exista una movilidad social intergeneracional en México. En definitiva, son necesarias medidas que disminuyan la informalidad para dinamizar la movilidad social ascendente en el futuro y para que los mexicanos tengan acceso a sus derechos laborales.
Referencias
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