¿Hacia dónde debemos mirar? Inclusión financiera para las mujeres en México

Edgar Alejandro Alvarez Marmolejo

Participante en la XI Escuela de Verano sobre Movilidad Social

Cada vez es más frecuente escuchar la palabra «inclusión financiera» ya sea en el artículo de una revista o en el informe de algún gobierno, esta frase siempre está presente al momento de hablar sobre el sector financiero, pero ¿qué significa realmente? Y más importante aún, ¿es homogénea?

Para empezar, debemos entender a la inclusión financiera como el acceso y uso de servicios y productos financieros formales que, bajo la regulación apropiada, garanticen la protección, ventanas de oportunidades y competencias económico-financieras a los individuos.

En este texto leeremos que, a pesar de que ha ido en aumento la inclusión financiera a nivel nacional, aún persiste una brecha de género considerable y es que, si bien las mujeres se han podido integrar paulatinamente en el sistema financiero de manera exitosa, al ser comparada esta con la inclusión de los hombres podemos observar que existe todavía una disparidad ¿a qué se debe?

La problemática se puede explicar desde la oferta y la demanda de productos y servicios financieros; del lado de la oferta encontramos como la principal problemática la falta de productos financieros que estén diseñados con base a las necesidades de las mujeres; actualmente el mercado financiero no ha aceptado (o no a querido) reconocer que los objetivos y características en el ámbito financiero de las mujeres son muy distintos al de los hombres, cabe señalar que dicho problema resalta aún más en las mujeres que se encuentran en situación de pobreza.

Sin duda alguna, un pilar para la reducción de la brecha entre hombres y mujeres en la inclusión financiera por parte del Estado es que las políticas públicas se diseñen y se enfoquen a las necesidades de las mujeres, como se mencionó en párrafos anteriores, reconocer las condiciones que presentan las mujeres es fundamental para el buen diseño de estas. La intermitencia laboral en su etapa reproductiva, la informalidad laboral en la que se encuentran gran parte de ellas y el nulo poder de decisión en términos económicos dentro de algunas familias son algunos de los principales factores por los cuales las mujeres no hacen uso o no son candidatas para productos financieros formales.

 

 

Del lado de la demanda, dentro de las principales barreras que encontramos es la educación financiera que poseen las mujeres, esto se traduce en un desconocimiento de los productos, servicios y ventajas que ofrece el mercado financiero lo que hace que prefieran usar productos financieros informales.

Para ponernos en contexto, mientras en países con un alto IDH (Índice de Desarrollo Humano) como Suiza, Finlandia, Australia y Alemania por nombrar algunos, el porcentaje de mujeres que tienen una cuenta en alguna institución financiera ronda el 99 %; en México, sólo el 33% de mujeres cuentan con una.

Afortunadamente, ya dimos el primer paso en reconocer los beneficios que nos trae como sociedad apoyar e incluir en la economía a las mujeres, esto sin embargo no es suficiente.

Está comprobado que el uso del crédito por parte de las mujeres las beneficia no sólo de manera individual, un estudio mostró que las probabilidades de que las y los hijos superen el nivel educativo de los padres son más altas cuando la madre tiene algún tipo de producto financiero (López 2020).

En conclusión, esta es una tarea multifactorial, el gobierno, la banca comercial, la sociedad civil, tienen que trabajar con sinergia y en un objetivo único: el bienestar de las mujeres y, por ende, el de la sociedad.

Empoderar a  las mujeres es empoderar a México y es ahí donde debemos mirar.

 

Referencias

López, Patricia (2020) Políticas Públicas para la Inclusión Financiera de las Mujeres. México: Centro de Estudios Espinosa Yglesias

Duflo, Eshter  y Abhijit Banerjee (2019) Repensar la Pobreza. Ciudad de México: Taurus.

2021-07-16T00:20:42-05:00