La (in)movilidad social de las mujeres en México

Paulina Araceli Bouchot Viveros

Participante en la XI Escuela de Verano sobre Movilidad Social

La movilidad social en México los cambios que experimentan las personas en su condición socioeconómica (CEEY 2019) representa uno de los temas esenciales para comprender y combatir las brechas de desigualdad a las que nos hemos enfrentado desde hace décadas. Actualmente, 49 de cada 100 personas que nacen en el grupo con menor riqueza en la escalera social, se quedan ahí durante toda su vida (CEEY 2019); lo cual imposibilita que las siguientes generaciones puedan acceder a mejores condiciones. Sin embargo, es importante mencionar que sus causas y efectos difieren entre los sectores y que existen grupos más vulnerables que otros.

Al momento de hacer comparaciones por género de manera binaria, se encuentra que a las mujeres les resulta más difícil salir de la pobreza; además, se observa que les cuesta más trabajo mantenerse en los grupos de mayor riqueza. Por lo tanto, ser mujer en nuestro país no sólo implica vivir con miedo por los altos niveles de violencia, también significa tener que hacerlo con pocas probabilidades de acceder a oportunidades que faciliten el acceso a mayores recursos y mejores resultados socioeconómicos.

Dentro de los retos a los que se enfrentan las mujeres, la maternidad es uno de los más grandes para el empoderamiento económico femenino (OECD 2017); esto debido, en gran parte, a la forma en la que los roles de género asignan una carga más pesada de trabajo a las mujeres. En México, el trabajo doméstico no remunerado fue equivalente al 23.3 % del PIB en 2017 y, aunque tuvo un valor de mercado, las mujeres que lo realizaron no recibieron ninguna retribución monetaria a cambio (García 2018).

Las mujeres se encuentran en una constante disyuntiva en la que disputan su tiempo entre la incorporación al mercado laboral y el hecho de sacar adelante la jornada diaria de los demás integrantes del hogar. Por ello, es indispensable pensar en políticas públicas y programas sociales que tengan en cuenta la forma en la que los roles de género afectan a la movilidad social de las mujeres. No sólo se trata de aumentar su ingreso a través de transferencias monetarias (como la mayoría de los programas sociales intentan), sino de liberarlas de tiempo y de proveerles recursos que les brinden mayor libertad y poder de decisión sobre sus actividades. 

El Estado cuenta con una gran responsabilidad en este sentido, pues, si se busca mejorar la movilidad social, es esencial reconocer que la desigualdad de género subyace entre el resto de las desigualdades y que las acciones concretas a través del presupuesto son necesarias para mejorar la calidad de vida de los hogares del país.

 

Referencias

CEEY (2019) Informe movilidad social en México 2019. Hacia la igualdad regional de oportunidades. México: Centro de Estudios Espinosa Yglesias.

Organisation for Economic Co-operation and Development (2017). Building an Inclusive Mexico: Policies and Good Governance for Gender Equality, OECD Publishing.

 Ana K. García (2018) “El trabajo doméstico no remunerado equivale a 23% del PIB: Inegi”, El Economista.

2021-07-15T23:50:06-05:00