La relevancia de la perspectiva de género en la movilidad social

Gabriela Alicia Cervantes Romo

Participante en la XI Escuela de Verano sobre Movilidad Social

La década de los 70 fue coyuntural para la inclusión de la perspectiva de género en las investigaciones. Antes, la economía, sociología y psicología solo consideraban el trabajo asalariado y analizaban el doméstico por su efecto en el aislamiento y la desconexión social de las amas de casa (Borderías y Carrasco 1994, p. 23).[1] Esta concepción también permeó en el estudio de la movilidad social, centrada en un universo masculino, bajo el argumento del modelo tradicional de familias de un esposo proveedor y una esposa ama de casa, por lo que, la posición del varón se aplicaba a todos los miembros del hogar (Solís et al. 2016).

Esta premisa enfrentó diversos cuestionamientos que se intensificaron con la incorporación de las mujeres al mercado laboral. No obstante, la visión de los varones fue preponderante en la movilidad social hasta la década de los 2000, cuando algunas investigaciones incorporaron la perspectiva femenina (Solís et al. 2016). Incluso, el primer instrumento que permitió profundizar en el análisis de las desigualdades en las posiciones de origen y en los resultados de vida diferenciada por sexo fue la Encuesta ESRU de Movilidad Social en México (ESRU-EMOVI) de 2011 (CEEY 2020).

Ahora bien, la movilidad social se refiere a los cambios que experimentan los miembros de una sociedad en su posición en la estructura socioeconómica (Vélez Grajales et al. 2015, p. 2), y uno de los factores predominantes para lograrlo es el acceso al mercado de trabajo. Los empleos de calidad[2] tienen efectos positivos en el bienestar de las personas, reducen la incertidumbre laboral y de ingresos, lo cual, contribuye a proteger la trayectoria escolar de las(os) hijas(os) (El Colegio de México 2018). Esto es relevante, puesto que, la educación es un factor que media los resultados de la movilidad social al aminorar el peso del origen, aunque no lo elimine por completo (CEEY 2020, p. 48).

Sin embargo, la participación económica femenina en México es baja (44.9 %), aun cuando entre 2005 y 2019 aumentó 4.3 puntos porcentuales en comparación con 2.7 de los hombres (77.1 %) (INEGI e INMUJERES 2019). Además, las mujeres enfrentan mayores dificultades para transitar de la escuela al empleo dadas las cargas de trabajo doméstico y de cuidados,[3] y sus trayectorias laborales se interrumpen producto de la maternidad. Esto tiene efectos negativos, intra e intergeneracionalmente, en su capacidad adquisitiva, de seguridad social y financiera, entre otras, que afectan los resultados obtenidos a lo largo de su vida.

Lo anterior, obliga a generar información de calidad, oportuna y confiable para desarrollar políticas públicas efectivas; encaminadas a reducir la brecha de desigualdad de ingreso y de oportunidades en la sociedad mexicana. «Una condición necesaria para lograr una sociedad móvil es garantizar la igualdad en las condiciones de competencia» (Vélez Grajales et al. 2015, p.2). Aunque no es posible encaminarnos hacia sociedades igualitarias si se omite de los análisis a la mitad de la población. Por ello, la incorporación y transversalización de la perspectiva de género en los estudios sobre estratificación y movilidad social no pueden darse por sentadas.

 

Referencias

Borderías, C. & C. Carrasco (1994) Introducción. Las mujeres y el trabajo:aproximaciones históricas, sociológicas y económicas. En: Las mujeres y el trabajo. Rupturas conceptuales. Barcelona: ICARIA: FUHEM, D.L., pp. 15-109.

CEEY (2020) Informe de Movilidad Social en México 2019. Hacia la igualdad regional de oportunidades, México: Centro de Estudios Espinosa Yglesias.

El Colegio de México (2018) Las desigualdades en México 2018. 1a. edición ed. México: El Colegio de México.

OIT (1999) Trabajo decente. Memoria del Director General a la 87.a reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo, Ginebra: s.n.

Solís, P., Benza, G. & Boado, M. (2016) Movilidad intergeneracional de clases: Una aproximación sociológica al estudio de la movilidad social. En: Y sin embargo se mueve…  Estratificación social y movilidad intergeneracional de clase en América Latina. México: El Colegio de México, Centro de Estudios Espinosa Yglesias, pp. 1-30.

Vélez Grajales, R., Campos Vázquez, R. M. & Fonseca, C. E. (2015) El concepto de movilidad social: dimensiones, medidas y estudios en México, México: Centro de Estudios Espinosa Yglesias.

 

[1] El trabajo doméstico y de cuidado no era considerado importante por realizarse fuera de las fábricas u oficinas y asumirse como no productivo.

[2] La Organización Internacional del Trabajo (OIT) señala que un trabajo decente debe proteger los derechos de los trabajadores y generar los ingresos adecuados para una protección social adecuada (OIT, 1999).

[3] Las mujeres de 12 y más años destinan al trabajo doméstico y de cuidados 39.1 horas a la semana y los hombres 14.1; es decir, que ellas dedican el triple de tiempo en comparación con ellos (INEGI e INMUJERES, 2019).

2021-07-15T23:52:20-05:00