Mujeres en la policía preventiva mexicana: precariedad laboral y desigualdad de género

Ana Laura Reyes Millán

Participante en la XI Escuela de Verano sobre Movilidad Social

 

La función de seguridad, delegada a las y los policías, es fundamental para la vigencia de cualquier Estado. No obstante, ser policía en México significa ejercer una profesión caracterizada por la precariedad laboral en términos de los atributos establecidos por la Organización Internacional del Trabajo (OIT 2012).

Ser policía en México implica tener un empleo caracterizado por bajos salarios, posibilidades restringidas de avance, incertidumbre en la duración en el empleo, y con frecuencia, supervisión arbitraria (CDHDF 2009, Olivares 2010, SESNSP 2016, Causa en Común 2017). A pesar de que tener un empleo estable y mejorar el ingreso están entre las razones más frecuentes para ingresar a la policía (INEGI 2017), no existe evidencia que concluya que la corporación policial sea un vehículo de movilidad social.

Aunado a lo anterior, las mujeres se enfrentan a otras desiguales que las colocan en una mayor vulnerabilidad con respecto de sus pares masculinos. Entre los principales obstáculos se encuentra la dificultad para conciliar la vida familiar, laboral y las responsabilidades de cuidado. Lo anterior cobra mayor relevancia cuando «estar libre de responsabilidades de cuidado (infantil o de dependientes) se convierte en una cualificación para el trabajo» (Kymlicka 2002) caracterizado, además, por la imprevisibilidad de horarios y las jornadas extensivas por turnos.

Un primer aspecto que vuelve el entorno policial un ambiente hostil para las mujeres es que 80 % son hombres (INEGI 2017); por lo que ellas enfrentan resistencias para integrarse a una institución predominantemente masculina. Los hombres policía dudan de las capacidades de sus compañeras (Golden 1981) y las mujeres suelen adoptar valores, normas y conductas típicas del comportamiento policial masculino (Rabe-Hemp 2008). En esa misma línea, la institución policial concebida por y para hombres, no ha considerado las necesidades anatómicas y fisiológicas de las mujeres. El peso y forma de los chalecos antibalas, por ejemplo, no corresponden con los cuerpos de las mujeres (Ramírez 2014).

En cuanto al desarrollo profesional, las mujeres policía tienden a recibir menos capacitación que los hombres (INEGI 2017). A lo anterior se añade que concursar por un puesto de mayor jerarquía suele ser costoso para las mujeres que viven en pareja o que tienen hijos; lo cual puede convertirse en un proceso de autoexclusión de las mujeres. De acuerdo con Folke y Rickne, dados los roles de género construidos, un hombre que asciende laboralmente por lo regular tiene una familia en la que su pareja realiza la mayor parte del trabajo doméstico y de cuidado infantil. En contraste, las mujeres, sea cual sea su jerarquía y estado civil, realizan la mayor parte del trabajo doméstico sin que su pareja se ajuste en respuesta al ascenso laboral.

Finalmente, cuando hay hijos(as) y ambos padres son policías, lo más común es que las mujeres cambien hacia un trabajo más flexible para ajustarse a las responsabilidades de cuidado (Harding 2015). De esta forma, se consolida el típico «caso en que la madre sacrifica su carrera» (Mason 2000). En los casos de maternidad en soltería, las policías deben hacer frente a una triple presencia (Tena y López 2017).

Todas estas circunstancias de desigualdad entre hombres y mujeres policía requieren de la intervención del Estado, en primer lugar, para corregir la precariedad laboral en la que están inmersos las y los policías. En segundo lugar, para atender la desigualdad por género al interior de las corporaciones que impone condiciones de adversidad para las mujeres que prestan un servicio fundamental para la sociedad.

 

Referencias

Causa en Común (2017) Encuesta ¿Qué piensa la policía? México: Causa en Común.

Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (2009) “Informe especial sobre los derechos humanos de las y los agentes de las corporaciones de policía de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal”. México: CDHDF.

Folke, O. & Rickne, J. (sin año) “The Price of Promotion: Gender Differences in the Impact of Career Success on Divorce”.

Golden, K. (1981). “Women as Patrol Officers: A Study of Attitudes”, 4 Police Stud.: Int’l Rev. Police Dev. 29,33.

Harding, B. (2015) “Pregnancy on Patrol A critical exploration of the issues surrounding pregnancy, maternity and operational policing”. Tesis para obtener el grado de doctor en justicia penal, University of Portsmouth.

Instituto Nacional de Estadística y Geografía (2017). Encuesta Nacional de Estándares y Capacitación Profesional Policial 2017. México: INEGI.

Kymlicka, W. (2002) Contemporary Political Philosophy: An Introduction. Second edition. Great Britain: Oxford University Press.

Mason, A. (2000) “Equality, personal responsibility and gender socialization”. Proceeding of the Aristotelian society, Vol 100 (2000) pp. 227-246.

Olivares, E. (2010). Condiciones sociolaborales de los cuerpos policiales y seguridad pública. México: Friedrich Ebert Stiftung.

Organización Internacional del Trabajo (2012) “Del trabajo precario al trabajo decente”. Documento final del simposio de los trabajadores sobre políticas y reglamentación para luchar contra el empleo precario. Ginebra OIT.

Rabe-Hemp, C. (2008) “Survival in an All Boys Club: Policewomen and Their Fight for Acceptance”, 31 Policing: Int’l J. Police Strat. & Mgmt. 251, 270.

Ramírez, A. (2014). “Canto de sirenas: habitar la policía con voz y cuerpo de mujer en Ciudad Juárez, 2008-2014”. Tesis para obtener el grado de maestra en acción pública y desarrollo social. México: El Colegio de la Frontera Norte.

Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (2016) “Encuesta Institucional, 2015”, México, SESNSP.

Tena, O. y López, J. (coords.) (2017) Mujeres en la policía. Miradas feministas sobre su experiencia y su entorno laboral. México: UNAM-CEIICH.

2021-07-15T23:40:16-05:00