Siendo mujer en México

Daniela Estefanía Luna Flores

Participante en la XI Escuela de Verano sobre Movilidad Social

México, nuestra madre patria, país lleno de cultura y riqueza, destino turístico de varios y el sueño de muchos otros. Mismo país en el que 51.4 millones de personas viven en situación de pobreza (CONEVAL 2018) y en donde las desigualdades son más latentes cada día.

Como bien se sabe, somos uno de los países más machistas y patriarcales en Latinoamérica (Staff 2020), eso sin tomar en cuenta las desigualdades y discriminación. Cada día miles de mujeres buscan una forma de mejorar su condición de vida, pero existen impedimentos que harán esta tarea casi imposible.

Imaginémonos el siguiente escenario: tenemos a dos personas, un hombre y una mujer; ambos estudian su último semestre, él de bachillerato, y ella de licenciatura, están a punto entrar a nuevas e importantes etapas de su vida, pero de pronto surge una pandemia mundial, por lo cual sus estudios se ven ralentizados. Supongamos que ambos son hermanos, nacidos en una familia tradicionalista mexicana, y que su mamá, parte del sustento de la familia, se enferma. ¿Él será quién se haga cargo de la casa y del cuidado de su mamá, o ella? Todos sabemos que será ella. Ella será quién tenga que hacerse cargo de limpiar la casa, tarea que bien le quitará como mínimo 4 horas al día, eso sin contar las horas que pasará haciendo de comer para la familia, las horas que estará al cuidado de su mamá, más las clases online, la finalización de su tesis, la búsqueda de empleo, y los trámites para su titulación.

Por el otro lado, su hermano, enfocado en su proceso de admisión a la licenciatura, su excusa para no ayudar en casa es que tiene que estudiar para sus exámenes de ingreso, ¿y qué sucede aquí? Bueno, pues como es común en este tipo de familias en donde los estereotipos de género están marcados desde hace varias generaciones, será mucho más difícil para ella poder abrir su camino por el mundo laboral hacia la independencia, lejos de los valores familiares con los que no se identifica. Él, al negarse a participar en las tareas del hogar será juzgado por preocuparse por su carrera y su futuro, ella en cambio, será tachada de egoísta y mal agradecida.

Y como este ejemplo hay miles de situaciones parecidas. Las mujeres son juzgadas o alabadas dependiendo de qué tanto cumple con los estándares sociales. Como lo dice Mariela Solís en su artículo El rol de madre y ser mujer: Redefiniendo nuestra identidad personal: “la sociedad nos “obliga” a que nos centremos en la educación y crecimiento de los hijos una vez que los tenemos; además, nos bombardea constantemente con lo complicado que es balancear el papel de madre con el de trabajadora, con el de pareja, ciudadana y mujer.”

Haciendo una referencia a la cultura tenemos a Miranda Priestly de la película The devil wears Prada. Esta mujer al mando de una de las revistas de moda más importantes es juzgada a lo largo de la película como la villa, pero, como bien menciona Andy, la protagonista: “si Miranda fuera hombre nadie notaría nada malo en ella, excepto lo bien que hace su trabajo”. Lo que nos deja más claro lo difícil que es para una mujer romper las desigualdades, lo que hace aún más complicado alcanzar una movilidad social. ¿Soluciones? Ninguna. En pleno siglo XXI nos vemos forzadas a aguantar trabajos sobre explotados, mal pagados, asfixiantes y sin posibilidad de ir escalando hacia mejores puestos a menos de que no tengas hijos y seas soltera porque de esta forma eres más accesible (Bandera 2017). Y debemos seguir escuchando sus “échale ganas”, como si eso fuera a solucionar todos nuestros problemas.

Referencias

Bandera, E. G. (2017) Mujer, joven, soltera, sin hijos… y sin trabajo. La voz de Asturias.

CONEVAL (2018) Medición de la pobreza. Ciudad de México: CONEVAL.

Solís, M. (2017) “El rol de madre y ser mujer: Redefiniendo nuestra identidad personal”, Milenio.

Staff, F. (2020) “México, entre los 20 peores países para ser mujer”, Forbes.

2021-07-15T23:44:02-05:00