Sin empresas no hay trabajos
Julio Serrano*
Para que una persona trabaje tiene que haber una empresa que la contrate. Si a la empresa le va mal, sus trabajadores sufrirán. Si quiebra, todos perderán su empleo. Esta evidente simbiosis entre empresas y trabajadores parece pasar desapercibida para López Obrador.
Hace unos días, el Presidente por fin reconoció que México no es inmune al coronavirus y que se avecina una crisis. Ya se sienten los primeros golpes. Por desgracia, lo peor está por venir. Ante esta realidad, López Obrador ha decidido concentrar el apoyo gubernamental en las personas vulnerables y excluir a las empresas. De no recapacitar y reconocer que el dejarlas fuera tendrá un impacto devastador justo en quienes quiere proteger, miles de empresas pueden desaparecer y, junto con ellas, millones de empleos.
El Presidente hace bien en privilegiar a los más desprotegidos. Su decisión de adelantar pagos y repartir 40 mil millones de pesos a los más de ocho millones de adultos mayores en los próximos días me parece acertada, aunque insuficiente. Debe de ampliar sustancialmente el número de personas beneficiadas durante el tiempo que dure la crisis del coronavirus. Incluir, por ejemplo, informales y desempleados.
Pero si no se incluyen a las empresas en los apoyos el daño será extenso y no se limitará al mundo corporativo. Miles de compañías de diversos sectores —turismo, alimentos, aviación, comercio al menudeo, entre otros— corren el riesgo de quebrar de no recibir alguna ayuda por parte del gobierno. Simplemente no hay forma de sobrevivir si las ventas se desploman a casi cero y menos si la crisis se extiende meses.
Hasta ahora, López Obrador se ha mostrado renuente a apoyarlas. Ha declarado que “ya nada de rescates al estilo del periodo neoliberal”. Ahora solo “a los pobres”. “Que [los empresarios] ni estén pensando en que va a haber condonaciones de impuestos”.
Pero apoyar a una empresa viable que pasa por problemas de liquidez debido a una situación extraordinaria como el coronavirus no solo beneficia a los accionistas de la empresa. También salva fuentes de trabajo y mantiene capacidad productiva que contribuye al crecimiento económico y que además paga impuestos. Por lo visto, el Presidente no aprecia esta situación.
Aquí es fundamental diferenciar entre apoyar y rescatar. No se trata de rescatar empresas ya emproblemadas, sin viabilidad financiera; aquellas que por sus propios errores o por la presión de la competencia estaban destinadas a fracasar, o que tienen amigos en el gobierno. Estoy hablando de prevenir que quiebre buena parte del aparato productivo nacional que, de no haberse presentado el coronavirus, estaría en buenas condiciones.
Por desgracia, el Presidente ha mostrado en varias ocasiones animadversión a la iniciativa privada. Ahí está la cancelación del aeropuerto de Texcoco y, apenas hace un par de días, la de la planta cervecera de Constellation Brands en Mexicali. Espero que por el bien del país reconsidere y apoye a las empresas.
* Integrante del Consejo Directivo del CEEY. Correo: [email protected]