Logros y retos de la inclusión financiera en México
Alcanzar y mantener en México un estado de bienestar y prosperidad requiere que se disponga de oportunidades como la de la inclusión financiera para impulsar la movilidad social de la población.
El acceso a los diferentes instrumentos que ofrece el mercado financiero es un elemento fundamental de los Objetivos de Desarrollo Sostenible ya que promueve y da sustento a los procesos requeridos para alcanzarlos. La importancia de la inclusión financiera radica en que el acceso a servicios financieros en condiciones favorables suaviza en los hogares los patrones de consumo, mejora los gastos en capital humano al facilitar atender riesgos relacionados con la salud y realizar inversiones en educación. Si dicha inclusión financiera se hace principalmente a favor de la mujer, se gana en movilidad social al facilita el empoderamiento de ésta y una mayor inversión en el capital social (educación y salud) al interior de los hogares.
De acuerdo al Reporte de Competitividad Global 2018 del Foro Económico Mundial, el sistema financiero mexicano ha mejorado, logrando posicionarse en el lugar 61 de entre 140 países analizados por el mismo. Sin embargo, se encuentra en una posición que no refleja el desarrollo y la magnitud de su mercado. Los procesos y los esfuerzos encaminados a generar igualdad de condiciones no han sido los suficientes para emparejar las oportunidades de acceso y crecimiento a pesar de los avances alcanzados.
Si bien los indicadores de inclusión financiera en México presentados en el Reporte Nacional de Inclusión Financiera 2018 (RNIF) muestran avances en la inclusión financiera, para evaluar con perspectiva dichos avances, es necesario analizar más a detalle esa información. En primer lugar, es de destacar que, a junio de 2017, el 97.8% de la población adulta de México vive en una zona con por lo menos un punto de acceso para depósitos y retiros. Esto se debe, en parte, al incremento en el número de sucursales disponibles, cajeros automáticos y terminales punto de venta (TPV) que ampliaron la cobertura del sistema. Aunado a lo anterior, el crecimiento de las redes de comisionistas ha contribuido de manera relevante al proceso de bancarización de la población y a la diversidad de productos ofrecidos. Todo esto es positivo.
Sin embargo, también es importante tener en cuenta información relativa a la desigualdad de acceso, a la tendencia de crecimiento de la inclusión financiera y a cuestiones relativas a la educación financiera, entre otras, para evaluar el estado del avance de la inclusión financiera en el país. De acuerdo con el RNIF la cobertura de servicios financieros es aún precaria en muchas regiones del país. Un 22.3% de los municipios no cuentan con puntos de acceso, encontrándose estos mayoritariamente en la zona sur del país (Oaxaca, Guerrero y Chiapas). Es decir, en los municipios más pobres es donde hay menos inclusión financiera.
También vemos aletargamiento en la tendencia de crecimiento de la inclusión financiera. El porcentaje de contratos para tarjetas de débito y de crédito disminuyó entre el 2014 y el 2017. Esto a pesar de haberse incrementado el número de operaciones en terminales de puntos de venta (TPV) y cajeros automáticos. Asimismo, es importante hacer notar que, si bien ha habido un incremento en el número de adultos con cuentas de ahorro para el retiro, ello no implica que todas éstas estén activas ni con un ahorro constante. Y es que el desarrollo del ahorro para el retiro está muy vinculado con el crecimiento del país y consecuentemente con el del empleo formal.
Para impulsar la inclusión financiera, es importante poner énfasis en temas de educación y en el uso de innovaciones tecnológicas que ayuden a desarrollar una sana cultura financiera y faciliten el acceso a los productos. Por lo que toca al primero de estos temas, el RNIF señala que de 2012-2015 aumentó el porcentaje de adultos que llevan un registro de sus gastos aumentó de 20% a 37%, lo cual habla de avances en la educación financiera. Pero también muestra la precariedad de la situación al respecto, pues exhibe la existencia aún, de un alto porcentaje de la población que no lleva registro de sus gastos.
Además de mejorar la educación financiera de la población, se deben tomar otra serie de medidas que favorezcan la inclusión financiera, tales como una mejor protección al consumidor, la difusión de la existencia en el mercado de productos básicos de bajo costo, la implementación de un sistema de acopio y análisis de datos cuidando la privacidad de la información, entre otras. También es importante que las autoridades impulsen una regulación asimétrica que permita la participación de más oferentes en el mercado financiero, en condiciones más equitativas. Con todo lo anterior, se avanzaría en forma competitiva y responsable la inclusión financiera y al mismo tiempo se impactaría favorablemente en la movilidad social.