Mal mensaje a banqueros
Arena Pública
Enrique Díaz-Infante*
El Presidente López Obrador llevó un mal mensaje a la 83 Convención Bancaria en Acapulco.
En un momento donde la pandemia del coronavirus (COVID-19), la guerra de precios del petróleo entre Rusia y Arabia Saudita y los riesgos de recesión en Estados Unidos (EU) y el mundo, están comprometiendo las expectativas de crecimiento y recaudación, se hubiera agradecido un mensaje de responsabilidad, confianza y certidumbre a los mercados por parte del Jefe del Ejecutivo. En vez de eso, optó por un discurso un tanto burlón y plagado de malas señales.
Para empezar, el haber celebrado la Convención fue un acto insensato en medio de la pandemia del COVID-19. La responsabilidad de estar ahí la descargaron en la Secretaría de Salud, quienes dijeron que llevaba mano en las decisiones. El rumor entre los asistentes era que el encuentro no se canceló a petición del Presidente de la República.
Los cerca de mil asistentes –muchos de ellos viajeros internacionales frecuentes- no teníamos mucha conciencia del tamaño del riesgo que implicaba estar ahí. Estuvimos en un salón sentados, hombro con hombro, más de mil personas. Fue hasta que corrió la noticia de que el Presidente de la Bolsa Mexicana de Valores, Jaime Ruíz Sacristán, había dado positivo en la prueba de COVID-19, que los convencionistas empezamos a darnos cuenta del despropósito que implicaba estar ahí todos juntos, a riesgo de contagio y propagación de la enfermedad.
El Presidente López Obrador fue a hacer alarde de poder y a presumir acciones lamentables o logros inexistentes. Obtuvo a cambio, aplausos discretos de unos banqueros incómodos y veladamente molestos, pero sumisos con tal de no perder negocios. También obtuvo porras de quienes algunos identificaron como políticos locales de Morena sembrados en el auditorio.
El Jefe del Ejecutivo presumió haber ganado gobernabilidad en el país con la cancelación de la Reforma Educativa. ¡Valiente paz a costa de la formación de capacidades de los niños, su movilidad social, y de comprometer la productividad y crecimiento del país! Fue a presumir el haber elevado a rango constitucional sus programas sociales asistencialistas con apoyo de Morena, sus partidos satélites (PVEM y PT), y del PRI -a quien reconoció expresamente por ello. ¡Penoso! De la necesaria Reforma Hacendaria para pagarlos y hacerlos sostenibles en el tiempo, ni una sola palabra.
También se vanagloriaba de éxitos inexistentes como la paz e impunidad que dice estar logrando. Dijo que está combatiendo el flagelo de la violencia y la impunidad gracias a su “autoridad moral”. Decir eso, habiendo sido 2019 el año más violento en la historia reciente del país con más de 34 mil 500 homicidios dolosos y habiendo ocurrido la liberación -por parte de la Guardia Nacional- de Ovidio Guzmán, a la vista de todos, parecía una burla.
Ni que decir del tema de la impunidad ante la increíble exculpación por parte de la Secretaría de la Función Pública, de Manuel Bartlett, su Director de CFE, en el tema de las 23 casas y 12 sociedades en las que tiene intereses, con base en una argumentación legal risible.
Por lo que toca al tema bancario, el Presidente también dejó mucho que desear. La Convención tenía como lema “Prosperidad para Todos en la Era Digital”. A diferencia del resto de los ponentes que, consistentes con la temática, vinieron a hablar de avances tecnológicos para lograr más inclusión financiera, el Presidente vino a vanagloriarse de la mala y peligrosa política que, al respecto, está impulsando con la construcción de cerca de tres mil sucursales del Banco del Bienestar.
Mala, porque el uso de la tecnología y el impulso de la educación financiera, tal y como lo están haciendo Banco de México con el CoDi (código URL de pagos) y las secretarías de Hacienda, Educación y la CNBV, con la recientemente aprobada Política Nacional de Inclusión Financiera, son las políticas correctas y eficientes. Construir sucursales por parte del Ejército, y operarlas es costoso e insostenible sin apoyos fiscales. Peligrosa para la democracia, porque le está dando mucho dinero y funciones al Ejército para comprar su lealtad y porque las sucursales seguramente servirán de centros para operar su clientelismo electoral a favor de Morena.
Para ganarse el corazón de la audiencia prometió no hacer cambios regulatorios en materia bancaria y hasta afirmó, tratando de aparecer como liberal: “El mercado se regula así mismo”. Precisamente si hay un sector que debe ser debidamente regulado y supervisado, en razón de que administra recursos ajenos e implica riesgos sistémicos, es el bancario. Incluso Milton Friedman, por las razones señaladas, fue un impulsor de la regulación bancaria.
El “aplausómetro” se lo llevó el Gobernador del Banco de México, Alejandro Díaz de León. El hecho de que ha cumplido debidamente su mandato de mantener la estabilidad de precios, fue reconocido por la audiencia. También su reacción de política monetaria, desde la Comisión de Cambios -que preside el Secretario de Hacienda- para contener la depreciación del peso fue agradecida implícitamente. Y es que, para restarle volatilidad al mercado cambiario -que en la noche del jueves 12 llegó a 22 pesos por dólar y cerró en 21.6 pesos- el Banco Central salió a subastar coberturas cambiarias por 2 mil millones de dólares. El aplauso fue también la manera en que los banqueros expresaron su deseo de que continúe al frente de Banxico.
Sin embargo, la política monetaria luce insuficiente para hacer frente a la crisis económica que se avecina, si no viene acompañada de medidas agresivas de política fiscal y eso fue algo que los asistentes reclamaban en las conversaciones de pasillo.
Hacienda dejó la impresión de estar actuando con excesiva precaución. El Secretario Arturo Herrera y su Subsecretario del ramo, Gabriel Yorio, anunciaron apoyos focalizados, a través del otorgamiento de crédito por parte la banca de desarrollo, a aquellas empresas que tengan problemas de liquidez.
Todos nos quedamos esperando el anuncio de una verdadera política contra-cíclica a partir de aumentar temporalmente el déficit fiscal para invertir en infraestructura que genere capital físico y empleos. ¿Será que tienen miedo de repetir la historia del crecimiento de la deuda pública que arrancó con las políticas contra-cíclicas de Carstens y Videgaray, desde Banxico y SHCP, respectivamente, para enfrentar la crisis de 2008/9, y que nunca pudieron revertir?
En suma, que el Presidente dejó un mal sabor de boca con su actitud sobrada e irresponsable y su mensaje populista y autoritario. Su equipo económico dejó una impresión buena, en cuanto a capacidad técnica, pero de timidez para actuar en política fiscal.
El Gobernador de Banco de México confirmó que genera confianza y certidumbre en política monetaria, pero quedó claro que sólo, con la política monetaria, no puede enfrentar la crisis y que necesita de Hacienda en la política de gasto.
Finalmente, por lo que toca a los banqueros, ‘aguantaron vara’, aplaudieron discretamente, y guardaron su inconformidad velada, para no perder negocios.
* Investigador del Sector Financiero y Seguridad Social del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY)