Lograr que la igualdad de oportunidades en México se convierta en una realidad y deje de ser un proyecto involucra la labor de todos los sectores de la sociedad.

Sin dejar de tomar en cuenta la relevancia de todas las dimensiones que afectan a la movilidad social, el acceso al empleo sobresale como una prioridad en la percepción de los individuos. Es a través del trabajo que ellos podrán cubrir sus necesidades y alcanzar sus metas financieras, educativas, de salud y de seguridad social. Pero no por medio de cualquier trabajo, sino de un trabajo digno.

Pero, ¿qué es el trabajo digno?

Si bien esto podría definirse de manera subjetiva, existen elementos comunes que nos permiten determinar las características generales de un trabajo digno. Podemos usar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU como punto de partida, entre otros indicadores, y decir que un trabajo digno es aquel que proporciona una remuneración justa en condiciones de igualdad y calidad en un entorno seguro, que da acceso a la capacitación, la protección social y a la oportunidad de desarrollo laboral y personal dentro de un marco de formalidad y estabilidad.

Un empleo digno es incluyente y pone a las personas en el centro de las acciones de desarrollo, impulsando la sostenibilidad, la justicia social y la prosperidad de una nación; le da a los trabajadores la capacidad de elegir libremente el camino que tomarán para alcanzar sus aspiraciones y participar en las actividades productivas de su sociedad y hacer respetar sus derechos.

De acuerdo con el documento del CEEY Educación y Trabajo Digno. Un camino hacia la movilidad social, para que un mayor número de personas tengan un trabajo digno se necesita llevar a cabo una reestructuración tanto del mercado laboral como del sistema educativo en México.

Esto implica, en el primer caro, reducir en lo posible la informalidad del mercado de trabajo estableciendo mecanismos que faciliten la transformación requerida: el acceso a empleos dignos será en sí mismo un elemento motivador. De igual manera, la discriminación y las condiciones laborales arbitrarias deben ser eliminadas, así como la estigmatización de ciertos trabajos que resulta en obstáculos y limitaciones que perpetúan la inmovilidad social y la pobreza.

Las deficiencias educativas, por su parte, deben ser resueltas a la vez que se transforma el mercado laboral: la deserción en el nivel medio superior, la falta de capacitación específica para el trabajo y las necesidades educativas de los adultos, entre otras.

Las políticas públicas en materia educativa y las políticas laborales necesitan ser diseñadas de manera integral, apoyando las unas a las otras y teniendo un objetivo compartido que giren en torno a la igualdad de oportunidades para así impulsar la movilidad social ascendente en México.

en la educación y el trabajo

Políticas para la igualdad de oportunidades

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2019-03-12T20:27:40-06:00