Educación y movilidad social en tiempos de la covid-19
Eustasio Nava Cortes
Participante en la XI Escuela de Verano sobre Movilidad Social
La educación es un derecho para las niñas, niños y jóvenes en México, esta es una herramienta que les facilita el acceso a mejores niveles de bienestar, en un momento dado, mayor que el de sus padres. Sin embargo, a partir de la segunda quincena de marzo de 2020, las actividades académicas se detuvieron de manera abrupta por la pandemia de la covid-19. El Gobierno Federal no atendió a tiempo el problema de salud y día a día esta situación se ha complicado.
Durante esta «cuarentena», las y los estudiantes han realizado sus actividades académicas utilizando las herramientas tecnológicas a su alcance. Sin embargo, todavía no tenemos datos del impacto en el aprovechamiento y aprendizaje que las y los jóvenes obtuvieron; así como del incremento en la brecha de desigualdad entre ellas(os). Hemos escuchado diversas historias, cada una en contextos diferentes, pero todas con algún grado de desigualdad y de discriminación haciendo evidente la inmovilidad social.
Como a todas(os), a las y los docentes la pandemia nos tomó desprevenidos; por un lado, la incertidumbre de la enfermedad y, por el otro, el desconocimiento o escaso uso de varias herramientas tecnológicas. En algunos casos por la desidia de las y los maestros de no querer utilizar la tecnología debido a la resistencia al cambio. Pero lo tuvieron que hacer y al final cumplieron. Por su parte, a los padres de familia —actores importantes en el escenario de la pandemia— les tocó hacerla de mamá, papá y de maestros, comprendiendo el compromiso de las y los docentes en la educación de sus hijas(os).
El sistema educativo tiene que cambiar y adaptarse al nuevo contexto, considerando en primer lugar la salud de las(os) estudiantes, las(os) maestros y los padres de familia. La autoridad tiene que implementar una amplia campaña de prevención a la salud que sea sencilla y clara, así como realizar las pruebas de covid-19 necesarias. Asimismo, es necesario planear de manera puntual la impartición de clases tanto a distancia como presenciales, «sistema híbrido»; ahí está la oportunidad de darle un giro a la educación y potencializar el uso de la tecnología. Resulta indispensable buscar estrategias para que no se incremente la desigualdad y que ningún estudiante se quede fuera. Los planes y programas se tienen que orientar a los aprendizajes locales y regionales donde las y los jóvenes estudiantes conviven; además, se tienen que orientar a las empresas para saber y conocer sus necesidades.
A pesar de los efectos de la pandemia en diversos sectores, la situación actual es una oportunidad para realizar los cambios pertinentes que mejoren la educación. Lo cual va a depender de todas y todos, cada quien haciendo lo que le corresponde.